martes, 16 de noviembre de 2010
NINFEAS Juan Ramon Jimenez..... el candor del silencio de sus escritos....
Juan Ramón Jiménez Mantecón Moguer, Huelva, 23 de diciembre de 1881 – San Juan, Puerto Rico, 29 de mayo de 1958, fue un poeta español, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1956, por el conjunto de su obra, designándose como trabajo destacado de la misma la narración lírica Platero y yo.
Juan Ramón Jiménez nació el 23 de diciembre de 1881 en la casa número dos de la calle de la Ribera de Moguer 1 . Hijo de Víctor Jiménez y Purificación Mantecón, quienes se dedicaban con éxito al comercio de vinos. En 1887 sus padres se trasladan a una antigua casa de la calle Nueva y aprende primaria y elemental en el colegio de Primera y Segunda Enseñanza de San José.
En 1891 aprueba con calificaciones de sobresaliente el examen de Primera Enseñanza en el Instituto de Huelva. En 1893 estudia Bachillerato en el colegio de San Luis Gonzaga del Puerto de Santa María, y obtiene el título de Bachiller en Artes. Se traslada a Sevilla, en 1896, para ser pintor, creyendo que esa es su vocación. Allí frecuenta la biblioteca del Ateneo sevillano. Escribe sus primeros trabajos en prosa y verso. Empieza a colaborar en periódicos y revistas de Sevilla y Huelva.
Comenzó la carrera de Derecho impuesta por su padre en la Universidad de Sevilla, aunque no finalizó sus estudios. En 1899 abandona la carrera de Derecho.
En 1900 se trasladó a Madrid y publicó sus dos primeros libros de textos, "Ninfeas" y "Almas de violeta". La muerte de su padre en este mismo año y la ruina familiar le causaron una honda preocupación, vivida intensamente a causa de su carácter hiperestésico, y en 1901 será ingresado con depresión en un sanatorio en Burdeos, regresando a Madrid, posteriormente, al Sanatorio del Rosario.
En 1902 publica "Arias tristes" e interviene en la fundación de la revista literaria Helios. También abandona el Sanatorio del Rosario y se traslada al domicilio particular del Doctor Simarro. Ya en 1904 publica "Jardines lejanos".
En 1905 regresa a su pueblo natal, por la muerte de su padre y los problemas económicos por los que atravesaba su familia, residiendo en la casa de la calle Aceña. Este periodo coincide con la etapa de mayor producción literaria. Entre los que figuran, en la Segunda Antología Poética ), los libros en verso: “Pastorales” (1903-1905); “Olvidanzas” (1906-1907); “Baladas de primavera” (1907); “Elejías”(1907•1908); “La soledad sonora” (1908); “Poemas májicos y dolientes” (1909); “Arte menor” (1909);” Poemas agrestes” (1910-1911); “Laberinto” (1910-1911); “Melancolía” (1910-1911); “Poemas impersonales” (1911); “Libros de amor” (1911-1912); “Domingos (1911-1912); “El corazón en la mano (1911-1912); “Bonanza (1911-1912); “La frente pensativa” (1911-1912); “Pureza” (1912); “El silencio de oro” (1911 -1913); “Idilios” (1912-l913), todos escritos durante su estancia en la casa. En verso y prosa son los libros “Esto” (1908•1911) y el sugerente título “Historias” (1909- 1912).
Seis años más tarde se traslada a Madrid, donde conoce a Zenobia Camprubí Aymar en 1913, de quién se enamora profundamente. Hizo varios viajes a Francia y luego a Estados Unidos, donde en 1916 se casó con Zenobia. Este hecho y el redescubrimiento del mar será decisivo en su obra, escribiendo "Diario de un poeta recién casado". Esta obra marca la frontera entre su etapa sensitiva y la intelectual. Desde este momento crea una poesía pura con una lírica muy intelectual. En 1918 encabeza movimientos de renovación poética, logrando una gran influencia en la Generación del 27. Del año 1921 al 1927 publíca en revistas parte de su obra en prosa, y de 1925 a 1935 publíca sus "Cuadernos", donde publíca la mayoría de sus escritos. A partir de 1931, la esposa del poeta sufrirá los primeros síntomas de un cáncer que acabará con su vida.
En 1936 se vio obligado a abandonar España al estallar la Guerra Civil Española, trasladándose a Washington. Este momento marca en su obra, el paso de la etapa intelectual a la etapa suficiente o verdadera. En 1946 el poeta permanece hospitalizado ocho meses a causa de otra crisis depresiva. En 1950 se vuelve a trasladar a Puerto Rico, dando clases en la Universidad de Puerto Rico.
En 1956 la Academia Sueca le otorga el Premio Nobel de Literatura en Puerto Rico, donde ha vivido gran parte de su vida en el exilio y donde trabaja como profesor en la Universidad. Tres días después, muere su esposa en San Juan. Él jamás se recuperará de esta pérdida y permanece en Puerto Rico mientras que, Don Jaime Benítez, rector del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, acepta el premio en su nombre. Juan Ramón Jiménez fallece dos años más tarde, en la misma clínica en la que había fallecido su esposa. Sus restos fueron trasladados a España.
Aunque por edad pertenece a la segunda generación, tiene una estrecha relación con las dos que la rodean. Se sumó al modernismo, siendo maestro de muchos de los autores vanguardistas.
Busca conocer la verdad y de esta manera alcanzar la eternidad. La exactitud para él, es la belleza. La poesía es una fuente de conocimiento, para captar las cosas.
Juan Ramón Jiménez tiene una poesía panteística, exacta y precisa. Su poesía evoluciona de forma que se distinguen dos épocas. La primera acaba al iniciarse la segunda en 1916. Escribió el «Diario de un poeta recién casado» en el que cuenta su luna de miel en EEUU.
Los temas son el amor, la realidad de las cosas... otro de sus éxitos fue «poemas májicos y dolientes», extravagante título en el que se destaca la forma personal de escribir de Juan Ramón, que siempre escribía «j» antes de «e, i».
Juan Ramón tuvo siempre presente a su ciudad natal como inspiración y referente, tal como quedó reflejado en toda su obra.
"Te llevaré Moguer a todos los lugares y a todos los tiempos, serás por mí, pobre pueblo mío, a despecho de los logreros, inmortal".
“Te he dicho Platero que el alma de Moguer es el vino, ¿verdad?. No; el alma de Moguer es el pan. Moguer es igual que un pan de trigo, blanco por dentro como el migajón, y dorado en torno -¡oh sol moreno!- como la blanda corteza”.
“Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol, y con su pozo blanco.
Todas las tardes el cielo será azul y plácido; y tocarán, como esta tarde están tocando, las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron; y el pueblo se hará nuevo cada año; y en el rincon de aquel mi huerto florido y encalado, mi espiritu errará, nostalgico.
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando."
La crítica suele dividir su trayectoria poética en tres etapas: sensitiva, intelectual, suficiente o verdadera.
La etapa sensitiva (1898–1915)
Esta etapa se subdivide a su vez en dos sub-etapas; la primera abarca hasta 1908; la segunda, hasta 1916. La primera está marcada por la influencia de Bécquer, el Simbolismo y un Modernismo de formas tenues, rima asonante, verso de arte menor y música íntima. En ella predominan las descripciones del paisaje como reflejo del alma del poeta, un paisaje que no es natural ni fruto de paseos como el de Machado, sino sometido al estatismo de un jardín interior, al intimismo de un orden. Predominan los sentimientos vagos, la melancolía, la música y el color desvaído, los recuerdos y ensueños amorosos. Se trata de una poesía emotiva y sentimental donde se trasluce la sensibilidad del poeta a través de una estructura formal perfecta. Pertenecen a esta etapa Rimas (1902), Arias tristes (1903), Jardines lejanos (1904), Elegías (1907). La segunda época se vierte en la forma del arte mayor (endecasílabos y alejandrinos), la rima consonante, el estrofismo clásico (sonetos, serventesios); denota una mayor impronta modernista, del Simbolismo francés (Charles Baudelaire, Paul Verlaine) y del decadentismo anglofrancés (Walter Pater, fundamentalmente). Recientemente ha sido descubierto un libro escrito entre 1910 y 1911, Libros de amor, con una poesía carnal y erótica. El poeta logra perfectas cumbres parnasianas, especialmente en los sonetos; pertenecen a esta sub-etapa La Soledad Sonora (1911), Pastorales (1911), Laberinto (1913), Platero y yo (elegía andaluza) (1914) y Estío (1916), entre otros. Hacia el final de esta etapa el poeta empieza a sentir el hastío de los ropajes sensoriales del Modernismo y preocupaciones relacionadas con el tiempo y la posesión de una belleza eterna.
Platero y yo, fechada por su autor en 1914, se convirtió en la obra más popular del poeta, escrita en una espléndida prosa, que suavemente lleva al lector a través de un cuidadoso retablo de imágenes poéticas que nos conducen desde la presentación de este borriquete:
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Hasta su muerte y, claro, la ascensión del pollino al cielo... de Moguer: «Platero, tú nos ves, ¿verdad?», preguntamos siguiendo la letra de Juan Ramón Jiménez.
Estío (1916) supone el cambio hacia la segunda etapa de Juan Ramón. El poeta se aleja del Modernismo en busca de una mayor depuración de la palabra. Desaparecen los ambientes nostálgicos, evocados y soñados, en favor de una realidad más concreta.
[editar]La etapa intelectual (1916–1936)
Su primer viaje a América y el contacto con la poesía en inglés (Yeats, William Blake, Emily Dickinson, Shelley) marca profundamente esta segunda etapa (1916–1936), bautizada por él mismo como Época intelectual y que le vincula a la corriente literaria del Novecentismo. Se produce un hecho fundamental: el descubrimiento del mar como motivo trascendente. El mar simboliza la vida, la soledad, el gozo, el eterno tiempo presente. Se inicia asimismo una evolución espiritual que lo lleva a buscar la trascendencia.
En su deseo de salvarse ante la muerte, se esfuerza por alcanzar la eternidad, y eso sólo puede conseguirlo a través de la belleza y la depuración poética. Suprime, pues, toda la musicalidad, los argumentos poéticos, la aparatosidad externa y ornamental anterior para adentrarse en lo profundo, en lo bello, en lo puro, en lo esencial.
De esta época destacan Diario de un poeta recién casado (1916), Primera antología poética, (1917), Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919), Poesía (1917–23) y Belleza (1917–23).
Con Diario de un poeta recién casado, titulado posteriormente (en 1948) Diario de poeta y mar (para incluir el segundo apellido de su esposa, Aymar), se inicia esta nueva etapa en la obra de Juan Ramón. Se trata de una poesía sin anécdota, sin los «ropajes del modernismo», una poesía estilizada y depurada, donde el poeta admira todo lo que contempla. Este poemario surge como fruto de su viaje a América. En el Diario, Juan Ramón experimenta con los temas y las formas, y abre una nueva corriente poética, que será explotada por algunos miembros de la Generación del 27.
En Piedra y cielo (1919) el tema central es ya la creación poética: la poesía como actividad, el poema como objeto artístico y el poeta como dios-creador de un universo nuevo. Se abre así una nueva línea temática que Juan Ramón ya no abandonará: la búsqueda de la sublimación poética y la intensificación creativa de una poesía pura, esquemática.
La Estación total (1923–36). Recoge los últimos poemas escritos en España. El 22 de agosto de 1936, Juan Ramón marcha al exilio.
La etapa suficiente o verdadera (1937–1958)
Pertenece a la época suficiente o verdadera todo lo escrito durante su exilio americano. Juan Ramón continúa replegado en sí mismo en busca de la belleza y la perfección, aunque no tanto como para no preparar un amplio libro en favor de la República española, Guerra en España, que nunca pudo ver publicado.2 Su ansia por la trascendencia lo lleva a una cierta mística e identificarse con Dios y la belleza en uno. Su lengua poética se transforma en una especie de idiolecto poblado de múltiples neologismos (ultratierra, deseante...). Tras un período de relativo silencio, publica Animal de fondo (1949), Tercera antología poética (1957), En el otro costado (1936–42) y Dios deseado y deseante (1948–49).
En Animal de fondo el poeta busca a Dios «sin descanso ni tedio». Pero ese dios no es una divinidad externa al poeta, sino que se halla en él y en su obra («tu esencia está en mí, como mi forma»; «en el mundo que yo por ti y para ti he creado»). Ese dios al que se refiere es causa y fin de la belleza.
Dios deseado y deseante (1948–49) supone la culminación de Animal de fondo. El poeta llega incluso a identificarse con ese dios que tanto ha buscado. Un dios que existe dentro y fuera de él, un dios que es deseado y deseante.
Juan Ramón revisó concienzudamente a lo largo de su vida su obra. El poemario Leyenda (1896–1956), publicado póstumamente por Antonio Sánchez Romeralo en 1978, y en edición corregida por María Estela Arretche en 2006 (Madrid: Visor), recoge la obra poética íntegra del autor tal como éste quiso que se publicara.
Almas de violeta, 1900
Ninfeas, 1900
Rimas, 1902
Arias tristes, 1903
Jardines lejanos, 1904
Elejias puras, 1908
Elejias intermedias, 1909
Las hojas verdes, 1909
Elejias lamentables, 1910
Baladas de primavera, 1910
La soledad sonora, 1911
Pastorales, 1911
Poemas majicos y dolientes, 1911
Melancolía, 1912
Laberinto, 1913
Platero y yo, (Edición reducida)1914
Estio, 1916
Sonetos espirituales, 1917
Diario de un poeta recién casado, 1917
Platero y yo, (edición completa) 1917
Eternidades, 1918
Piedra y cielo, 1919
Segunda antolojia poética, 1922
Poesía, 1923
Belleza, 1923
Cancìon, 1935
Voces de mi copla, 1945
La estación total, 1946
Romances de Coral Gables, 1948
Animal de fondo, 1949
NINFEAS ES UN POEMA INCLUIDO EN EL PRIMER LIBRO QUE RECIVI DE REGALO DE MI MARIDO, ERA NUESTRA PRIMERA CITA Y ME REGALO UN LIBRO CON POEMAS, LEI ESE POEMA DE BELLEZA QUE TRASPORTA LAS PALABRAS A MUNDOS DE SILENCIOS QUE ENGENDRAN LAMENTOS Y POR EL VIENTO SON TRASPORTADOS AL CORAZON DE QUIEN LOS LEE, PARA MI ES ESPECIAL EN SI TODA SU OBRA ESE PLATERO QUE NOS HIZO SONREIR Y LLORAR AL FINAL DE SU TRAYECTO, OS RECOMIENDO ESE LIBRO DE POEMAS ESCOGIDOS DONDE ENCONTRAREIS NINFEAS DE ENSUEÑO Y ENAGENA.....maria
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Entrada grandiosa, amiga gaviota :) volveré a leer Ninfeas, gracias por recordarmelo
ResponderEliminarabrazos querida María :)
Hola amiga,
ResponderEliminarSolía leer bastante a este escritor en mis tiempos de infancia, sobretodo en el colegio, ya que a mi profesora de lengua castellana le encantaba "Platero y yo" y me contagió su entusiasmo por esa obra preciosa. Qué bueno que hayas decidido acordarte de Juan Ramón Jiménez y dedicarle una entrada.
Besos.
pasaba a decirte que también tú eres mi amiblog, para ti también es nuestro abrazo, si lo quieres aceptar, tuyo és con nuestro cariño
ResponderEliminarJuan ramón y su platero, creo que esta obra la hemos leido todas en nuestra juventud y nos enganchó por su delicadeza y dulzura.
ResponderEliminarSin duda su obra fué destacada entre la generación del 27, muy interesante su última etapa.
Un hombre que dedididamente apostama por la busqueda de la inmortalidad a través de la belleza.
Muchos besos